2009-01-01

Hay tesoros muy bien guardados: lugares perdidos en el tiempo, protegidos celosamente por su patrimonio biológico e histórico. Sitios con vestigios de múltiples naufragios, donde las brújulas enloquecían y giraban sin rumbo, donde encallaban barcos, galeones y fragatas.
Un punto de la geografía en la que unos pocos asturianos, -creyendo que se dirigían hacia la Patagonia- por orden real acabaron afincándose apenas estrenado el 1800.
Es la única región de Uruguay donde no se habla nuestro típico dialecto, sino el castellano más castizo, debido a la menor influencia de migrantes italianos.
Fortalezas hoy convertidas en museos, edificadas inicialmente por lusitanos, pero cuya última piedra la colocaron los españoles después de conquistarlas; lugar donde lidiaron posteriormente orientales (uruguayos) e ingleses; costas temidas, "malditas" llenas de misterio y leyendas, donde reinan lobos marinos, el salvaje Atlántico, blancas playas de finas arenas y dunas móviles que el viento tenaz traslada año a año.
El paisaje nunca es el mismo. Océano y viento rubrican las más pintorescas obras de arte.
Islas perdidas con nombres como "Encantada"; faros con panorámicas increíbles; atardeceres donde el cielo se viste en tonos pasteles y el mar pinta destellos dorados bajo un cielo repleto de estrellas comandadas por La Cruz del Sur.
"Donde nace el sol de la patria", en Rocha, extremo este, muy cerca del Brasil, se encuentra la región con mayor número de áreas protegidas del país, donde todo parece estar en salvaguardia.
Reservas biológicas nacionales, municipalesy privadas habitadas por el 60% de todas las especies animales del país y donde anida el 70% de las aves uruguayas: flamencos rosados, garzas blancas, pájaros carpinteros, cardenales, entre múltiples especies.
De sus playas, La Paloma es el punto más turístico, donde la población estable no supera los tres mil habitantes.
Territorio de reserva declarado por Unesco, con extensos palmares que datan de 300 años -en el resto de Uruguay el paisaje difiere totalmente- y con el bosque de ombúes más extenso del planeta. "No tome más que fotos, no deje más que huellas" es el cartel que da la bienvenida a este territorio casi deshabitado por los humanos, donde pueden encontrarse rocas color rosa y de otras tonalidades del rojo, producto de la separación de los continentes africano y americano hace 120 millones de años.
De sus primitivos habitantes quedan sepulturas y algunos cacharros, supuestamente arachanes, de 2500 años de antiguedad.
Cada doce segundos la ráfaga de luz del faro devora las sombras en Cabo Polonio, habitado por menos de cien pescadores, un poblado rodeado de dunas que recuerda al capitán Joseph Polloni, capitán de uno de los tantos barcos hundidos en la costa.
Sitios antaño elegidos por los piratas, como Punta del Diablo, de difícil acceso, pero que prometen toda la paz y aventura que puedo imaginar.
Ya elegí los lugares a visitar cuando regrese a mi país; aún estoy en Santiago, estrenando este comienzo de año.
La nochevieja fue emotiva por el reencuentro con viejos amigos que conocí hace unos años en este generoso país; ahora domina la resaca en los aficionados al carrete y todo es silencio.
-Durará poco, seguramente... -